
La gran mayoría de los seres humanos nos caracterizamos por la facilidad con la que procesamos la información que llega a nosotros a través de medios visuales. De ahí que las empresas dedicadas a la publicidad, facilitación de charlas o a la venta de cajas de madera, dediquen buena parte de sus esfuerzos a lograr que las imágenes y los colores sean los protagonistas del mensaje que desean transmitir.
Y en el caso de las bebidas alcohólicas, podemos ver cómo cada día surgen licores de colores fluorescentes, llamativos o poco comunes tales como el azul, verde o rojo, a fin de hacerlas más atractivas.
Pero no solo es importante pensar en la tonalidad de la bebida, en esta época donde la publicidad tiene una influencia determinante en nuestras decisiones como consumidores, quienes comercian bebidas alcohólicas deben pensar en cómo atraer al público a través de medios de mayor impacto.
En virtud de ello, la competitividad aunque no se ha reflejado tanto en el aspecto de las botellas cuya apariencia sigue siendo la tradicional en la gran mayoría de los casos, sí puede verificarse en el acabado de las etiquetas y la forma en que diseñan las cajas que servirán de empaque. De hecho, los resultados son tan originales y atractivos que el cliente no necesita añadirle nada a la caja si, en lugar de comprar el licor para sí mismo, opta por regalarlo.
Una prueba para nuestros sentidos
No obstante, cuando se trata de licores el sentido que todos desean conquistar es el gusto, porque es el sabor de estas lo que permitirá al público dar su veredicto final en cuanto a la calidad del producto que ofrece una determinada marca.
En este sentido, el interés por convertirse en catador no es de unos pocos sino que los consumidores progresivamente se van volviendo expertos en el área con el fin de experimentar al máximo lo que les ofrece cada bebida.
Pero hay un dato que pocos saben, y es que la cata no se trata únicamente de tener un paladar entrenado capaz de percibir hasta el más leve detalle en el sabor de una bebida. Para ser un buen catador, además del gusto, también es necesario entrenar nuestro olfato, porque en el aroma de estas se encuentra el secreto para degustar su exquisitez.
Y para quienes se preguntan dónde quedan la audición y el tacto en todo esto, la respuesta la encontrarán en un sitio de rumba en Bogotá, porque no hay mejor forma de disfrutar del licor que al son de la buena música y estando bien acompañados.
Con estos datos, la próxima vez que deseemos disfrutar realmente de una bebida alcohólica, dispondremos nuestros cinco sentidos para aprovechar el máximo el sabor y la experiencia que el fabricante desea ofrecernos.